miércoles, 24 de abril de 2013

Rugby inclusivo?


RUGBY INCLUSIVO O RUGBY DE EXCLUSION?

Hace unos días leyendo mi Facebook, pude ver como un entrenador/dirigente de un club que se acaba de formar en la zona patagónica, se quejaba porque sus jugadores habían sido golpeados e insultados en un partido por la primera fecha del campeonato de esa zona.
 Este entrenador/dirigente es uno de los impulsores de uno de los tantos proyectos de rugby social que existen en la Argentina. Leyendo su queja me llamó la atención que hacía referencia a los insultos que recibieron sus jugadores, a los que el rival llamó permanentemente “Negro” y “Negro de Mierda”, y al hecho que cuando el partido se salió de su cauce normal y terminó en una revuelta generalizada, el público del club local (incluido un ex jugador del seleccionado nacional), ingresaron a la cancha a insultar a los jugadores visitantes e incluso hasta  agredirlos en algún caso.
Los proyectos de rugby social se vienen multiplicando desde hace 3 o 4 años y han sumado una cantidad considerable de jugadores  a las estadísticas UAR, tanto en infantiles como en juveniles y mayores.
 Se trata de hacer llegar el rugby a lugares donde antes nadie había llegado. Hay casos como el de Aborigen Rugby en Formosa (Fundado con integrantes de la etnia Toba), Virreyes Rugby Club (fundado con integrantes de una villa de emergencia  del partido de San Fernando, Bs.As.), el  desaparecido Proyecto Payla Menuko Rugby (integrado por jóvenes de la comunidad Mapuche Curruhuinca de la San Martin de los Andes, Prov. Nqn), rugby para niños con capacidades diferentes, rugby en cárceles  y una lista interminable de proyectos que nacieron con la idea de usar el deporte como de medio de inclusión social.-

En 1986 Hugo Porta expresó “quiero un rugby  nacional y popular”, esto le trajo muchos inconvenientes porque en ese momento nadie quería hablar de ello.
Jorge Nazassi (oficial de Desarrollo UAR) escribió lo siguiente: “El Rugby vive una de sus más grandes batallas, que es la del propio juego con sus principios y tradiciones, con la presión exterior de la televisión y el exitismo de la propia sociedad de nuestros días. Esa juventud encantada por los éxitos ve, se entusiasma, y entra en el juego masificándolo rápidamente, muchas veces sin ninguna contención y más grave aún sin la correcta enseñanza de sus principios.
Todos los que hemos jugado rugby sabemos que en este juego esos principios éticos-filosóficos y técnicos-tácticos están permanentemente entrelazados para configurar un deporte absolutamente único. No queremos entonces un rugby desbordado, queremos un rugby que eduque y contenga correctamente a nuestros jóvenes. 
Si logramos triunfar en este enfoque de contención, nuestro rugby se masificará, se popularizará mucho más sin vulgarizarlo: lo popular debe ser superior a lo  vulgar. Es decir estará al alcance de todos sin perder su espíritu, que no es ni más ni menos que un modelo de escuela de vida para que los jóvenes afronten en el futuro todos los desafíos, desviaciones y tentaciones que hoy presenta nuestra sociedad moderna.

El tucumano Pablo Garretón (ex Puma) manifestó: “que el rugby vuelva a ser lo que debe ser, no lo  lo que cada persona quiere que sea. El rugby es una herramienta de formación humana, y no otra cosa. El lema en la entrada del estadio de los Barbarians está expresado con toda claridad: “El rugby es un deporte para caballeros de cualquier clase, pero no es para malas personas de cualquier clase”.

Frente a este incremento de proyectos de inclusión deberíamos preguntarnos si las Uniones provinciales y los clubes están preparados para apoyar estos desafíos.
En mi humilde opinión, creo que no.  Deberiamos pensar que pasa por la cabeza de un jugador que,  salido de un barrio carenciado o de una unidad carcelaria, al que le enseñaron que el rugby es el juego del respeto,  un rival le dice “negro de mierda” dentro de una cancha. El trabajo de inclusión que hace el entrenador de ese jugador, se derrumba un menos de un segundo
Es indudable que los dirigentes y entrenadores son responsables directos de estas cosas.  Recuerdo una vez en el año 2007, siendo entrenador de un plantel superior,  el éxito de Los Pumas en el mundial, motivó a mucha gente a querer practicar rugby. Un individuo se me acercó y al oído me dijo “no me vas a llenar la cancha de negros”, le contesté “ negros, violetas, amarillos o marcianos, estamos llenando la cancha con jugadores de rugby” y me retiré para no tener que seguir escuchando barbaridades de ese fulano.  No podemos ser tan ingenuos de creer que un tipo con esta mentalidad puede enseñar la filosofía del rugby, aunque la recite de memoria. 
Lo mismo sucede con integrantes de comisiones directivas de clubes, gritando e insultando a los rivales ocasionales. ¿Qué tipo de club creemos que pueden armar?. Un presidente de un club que ingresa a una cancha a increpar a un jugador y lo increpa preguntado si saben quién es, no merece respeto así haya lucido la camiseta  del seleccionado nacional.  Esta gente, que la hay a lo largo y ancho de toda la Argentina, tiene el problema de que no concuerda lo que dicen con lo que hacen. Predican la filosofía del Rugby como si predicaran el evangelio pero actúan como si fueran los dueños y patrones del deporte.-
Desde todos los ámbitos de Rugby debemos trabajar para que esto desparezca, de lo contrario solo se estarían  reforzando más las diferencias que hay y que siempre habrá, y la cual no cambiara, si se siguen implementando actos discriminatorios hacia personas que lo único que quieren es jugar al Rugby y divertirse.
Por último vuelvo a esa frase citada por Pablo Garretón:  “El rugby es un deporte para caballeros de cualquier clase, pero no es para malas personas de cualquier clase”.


miércoles, 3 de abril de 2013

TRIUNFADORES Y PERDEDORES



Un triunfador dice:“Debe haber una forma mejor de hacerlo. . .”.
Un perdedor dice:“Esta es la forma en que siempre lo hemos hecho. No hay otra…".

Cuando un triunfador comete un error, dice: “Me Equivoqué“, y aprende la lección.
Cuando un perdedor comete un error, dice: "No fue culpa mía” y responsabiliza a los otros.

Un triunfador sabe que la adversidad es el mejor de los maestros.
Un perdedor se siente víctima durante las adversidades.

Un triunfador sabe que el resultado de las cosas depende de sí mismo.
Un perdedor cree que existe la mala suerte.

Un triunfador enfrenta los desafíos uno a uno.
Un perdedor rodea los desafíos y no se atreve a intentar.

Un triunfador  se compromete, da su palabra y la cumple.
Un perdedor hace promesas, no se pone “manos a la obra” y cuando falla sólo se sabe justificar.

Un triunfador dice: "Soy bueno, pero puedo mejorar".
Un perdedor dice: “No soy tan malo como otros".

Un triunfador escucha, comprende y responde.
Un perdedor no espera que llegue su momento de hablar.

Un triunfador respeta a aquellos que saben más y  se preocupa en aprender algo de ellos.
Un perdedor se resiste a todos los que saben más y sólo se fija en sus defectos.

Un triunfador consigue "ver el bosque en su totalidad".
Un perdedor se fija sólo “en el arbol que le toca plantar".

Un triunfador se siente responsable por algo más que por su propio trabajo.
Un perdedor no se compromete y siempre dice: “Hago mi trabajo y ya es bastante”.

Un triunfador trabaja mucho y dedica más tiempo para sí mismo.
Un perdedor está siempre "muy ocupado" y no tiene tiempo ni siquiera para los suyos.

Un triunfador es PARTE DE LA SOLUCIÓN.
Un perdedor es PARTE DEL PROBLEMA.