RUGBY INCLUSIVO O RUGBY DE
EXCLUSION?
Hace
unos días leyendo mi Facebook, pude ver como un entrenador/dirigente de un club
que se acaba de formar en la zona patagónica, se quejaba porque sus jugadores
habían sido golpeados e insultados en un partido por la primera fecha del
campeonato de esa zona.
Este entrenador/dirigente es uno de los
impulsores de uno de los tantos proyectos de rugby social que existen en la
Argentina. Leyendo su queja me llamó la atención que hacía referencia a los
insultos que recibieron sus jugadores, a los que el rival llamó permanentemente
“Negro” y “Negro de Mierda”, y al hecho que cuando el partido se salió de su
cauce normal y terminó en una revuelta generalizada, el público del club local
(incluido un ex jugador del seleccionado nacional), ingresaron a la cancha a
insultar a los jugadores visitantes e incluso hasta agredirlos en algún caso.
Los
proyectos de rugby social se vienen multiplicando desde hace 3 o 4 años y han
sumado una cantidad considerable de jugadores a las estadísticas UAR, tanto en infantiles
como en juveniles y mayores.
Se trata de hacer llegar el rugby a lugares
donde antes nadie había llegado. Hay casos como el de Aborigen Rugby en Formosa
(Fundado con integrantes de la etnia Toba), Virreyes Rugby Club (fundado con
integrantes de una villa de emergencia del partido de San Fernando, Bs.As.), el desaparecido Proyecto Payla Menuko Rugby
(integrado por jóvenes de la comunidad Mapuche Curruhuinca de la San Martin de
los Andes, Prov. Nqn), rugby para niños con capacidades diferentes, rugby en
cárceles y una lista interminable de
proyectos que nacieron con la idea de usar el deporte como de medio de
inclusión social.-
En
1986 Hugo Porta expresó “quiero un rugby
nacional y popular”, esto le trajo muchos inconvenientes porque en ese
momento nadie quería hablar de ello.
Jorge Nazassi
(oficial de Desarrollo UAR) escribió lo siguiente: “El Rugby vive una de sus más grandes batallas, que es la del propio
juego con sus principios y tradiciones, con la presión exterior de la
televisión y el exitismo de la propia sociedad de nuestros días. Esa juventud
encantada por los éxitos ve, se entusiasma, y entra en el juego masificándolo
rápidamente, muchas veces sin ninguna contención y más grave aún sin la
correcta enseñanza de sus principios.
Todos los que hemos jugado rugby sabemos que
en este juego esos principios éticos-filosóficos y técnicos-tácticos están
permanentemente entrelazados para configurar un deporte absolutamente único. No
queremos entonces un rugby desbordado, queremos un rugby que eduque y contenga
correctamente a nuestros jóvenes.
Si logramos triunfar en este enfoque de
contención, nuestro rugby se masificará, se popularizará mucho más sin
vulgarizarlo: lo popular debe ser superior a lo
vulgar. Es decir estará al alcance de todos sin perder su espíritu, que
no es ni más ni menos que un modelo de escuela de vida para que los jóvenes
afronten en el futuro todos los desafíos, desviaciones y tentaciones que hoy
presenta nuestra sociedad moderna.”
El
tucumano Pablo Garretón (ex Puma) manifestó: “que el rugby vuelva a ser lo que debe ser, no lo lo que cada persona quiere que sea. El rugby
es una herramienta de formación humana, y no otra cosa. El lema en la entrada
del estadio de los Barbarians está expresado con toda claridad: “El rugby es un
deporte para caballeros de cualquier clase, pero no es para malas personas de
cualquier clase”.
Frente
a este incremento de proyectos de inclusión deberíamos preguntarnos si las
Uniones provinciales y los clubes están preparados para apoyar estos desafíos.
En
mi humilde opinión, creo que no.
Deberiamos pensar que pasa por la cabeza de un jugador que, salido de un barrio carenciado o de una unidad
carcelaria, al que le enseñaron que el rugby es el juego del respeto, un rival le dice “negro de mierda” dentro de
una cancha. El trabajo de inclusión que hace el entrenador de ese jugador, se
derrumba un menos de un segundo
Es
indudable que los dirigentes y entrenadores son responsables directos de estas
cosas. Recuerdo una vez en el año 2007,
siendo entrenador de un plantel superior, el éxito de Los Pumas en el mundial, motivó a
mucha gente a querer practicar rugby. Un individuo se me acercó y al oído me
dijo “no me vas a llenar la cancha de negros”, le contesté “ negros, violetas,
amarillos o marcianos, estamos llenando la cancha con jugadores de rugby” y me
retiré para no tener que seguir escuchando barbaridades de ese fulano. No podemos ser tan ingenuos de creer que un
tipo con esta mentalidad puede enseñar la filosofía del rugby, aunque la recite
de memoria.
Lo
mismo sucede con integrantes de comisiones directivas de clubes, gritando e
insultando a los rivales ocasionales. ¿Qué tipo de club creemos que pueden
armar?. Un presidente de un club que ingresa a una cancha a increpar a un
jugador y lo increpa preguntado si saben quién es, no merece respeto así haya
lucido la camiseta del seleccionado
nacional. Esta gente, que la hay a lo
largo y ancho de toda la Argentina, tiene el problema de que no concuerda lo
que dicen con lo que hacen. Predican la filosofía del Rugby como si predicaran
el evangelio pero actúan como si fueran los dueños y patrones del deporte.-
Desde
todos los ámbitos de Rugby debemos trabajar para que esto desparezca, de lo contrario solo se estarían reforzando más las diferencias que hay y que
siempre habrá, y la cual no cambiara, si se siguen implementando actos
discriminatorios hacia personas que lo único que quieren es jugar al Rugby y divertirse.
Por último vuelvo a esa frase citada por Pablo Garretón: “El rugby es un deporte para caballeros de cualquier clase, pero no es
para malas personas de cualquier clase”.
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